La muerte de Paquita la del barrio, conocida como Francisca Viveros, el 17 de febrero a los 77 años, ha dejado un vacío profundo en la música mexicana. Su fallecimiento, debido a un infarto fulminante, fue confirmado por su representante y ha generado un aluvión de reacciones entre sus seguidores y la industria musical. Paquita fue reconocida no solo por su potente voz y letras audaces, sino también por su lucha constante contra la injusticia y el machismo, convirtiéndose en un símbolo de resistencia.

Sin embargo, la atención mediática se ha centrado recientemente en su decisión de no dejar herencia a sus hijos. En una entrevista, Paquita había declarado sin ambages que no tenía interés en redactar un testamento, afirmando que preferiría gastar su fortuna en vida. Este comentario ha desatado un debate sobre el significado de la herencia en la cultura mexicana, donde tradicionalmente se espera que los padres dejen un legado a sus descendientes.

Se estima que la fortuna de Paquita asciende a aproximadamente 10 millones de dólares, acumulados durante su carrera de más de cuatro décadas y a través de sus emprendimientos. A pesar de esta considerable riqueza, su decisión de no transmitirla a sus hijos ha generado opiniones encontradas, con algunos considerando su postura como un intento de fomentar la independencia de sus descendientes.

La vida de Paquita estuvo marcada por desafíos personales, incluyendo relaciones complicadas y la crianza de cinco hijos, de los cuales solo tres sobrevivieron. Su experiencia como madre y las dificultades que enfrentó moldearon su música, que resonó profundamente con un amplio público.

Aunque su legado material no se transfiera a sus hijos, el impacto cultural y emocional de su obra perdurará, inspirando a futuras generaciones a luchar por sus derechos y a encontrar su voz en un mundo que a menudo minimiza el poder de las mujeres. La esencia de Paquita la del barrio, su valentía y autenticidad, seguirán vivas en cada nota que dejó atrás.