La muerte de Adalberto Martínez, conocido popularmente como Resortes, ha dejado al mundo del entretenimiento en estado de shock. Este icónico comediante y bailarín mexicano, nacido el 25 de enero de 1916 en Tepito, trascendió las barreras del cine y se convirtió en un símbolo de perseverancia y alegría a pesar de las adversidades que enfrentó a lo largo de su vida.
Desde sus primeras actuaciones en las carpas, Resortes mostró un talento innato que lo llevó al estrellato en la década de 1940, cuando debutó en la pantalla grande con “Voces de primavera”. Su habilidad para conectar con el público a través de su humor y danza lo hizo destacar entre las leyendas de la comedia mexicana, como Cantinflas y Tintán. Sin embargo, detrás de su éxito, se ocultaban las cicatrices de una infancia difícil y una lucha constante contra la adicción al tabaco, que finalmente afectó su salud.
A medida que pasaron los años, Resortes continuó deslumbrando al público con su carisma, pero también enfrentó el creciente peso de su fama y las consecuencias de su estilo de vida. El enfisema pulmonar, resultado de su prolongada dependencia del cigarrillo, comenzó a deteriorar su salud, llevándolo a una batalla que culminaría en su fallecimiento en 2003, a los 87 años.
A pesar de su lucha private, Resortes mantuvo su compromiso con el entretenimiento, participando en proyectos de cine y televisión hasta donde le fue posible. Su legado perdura en la memoria colectiva de México, recordándonos que, aunque enfrentó momentos de soledad y sufrimiento, su vida fue un testimonio del poder de la risa y la resiliencia.
Hoy, el nombre de Adalberto Martínez Resortes sigue resonando, no solo como un ícono de la comedia, sino como un ejemplo de cómo el talento y la determinación pueden brillar incluso en las circunstancias más adversas. Su historia inspira a nuevas generaciones a valorar la alegría y la perseverancia, recordando que, aunque el telón haya caído, su luz nunca se apagará.